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El Oportunismo y la Lisonja en el Mundo del Liderazgo Universitario.

  • Foto del escritor: SINTUP
    SINTUP
  • 10 jul 2023
  • 2 Min. de lectura

En el competitivo mundo del liderazgo, a menudo nos encontramos con dos conductas que pueden perjudicar el ambiente laboral y el progreso de una organización: el oportunismo y la lisonja. Ambas conductas pueden ser empleadas por individuos en busca de ganancias personales a expensas del bienestar colectivo. Por un lado el oportunismo se refiere a la práctica de aprovechar las circunstancias con poco respeto por la ética o los principios. En el contexto del liderazgo, esto puede tomar varias formas, como abrogarse el crédito por el trabajo de otros, manipular información o hacer promesas que no se tienen la mínima intención de cumplir. Cuando los líderes son oportunistas, generan un ambiente de desconfianza, ya que los miembros del equipo dudarán de sus motivos e intenciones.

Los trabajadores pueden sentirse desmotivados al ver que su arduo trabajo es aprovechado por alguien más o que no se reconocen sus contribuciones, sus aportaciones e iniciativas. El oportunismo genera conflictos internos, ya que crea una competencia poco sana por el reconocimiento y los recursos que se otorgan siempre a los mismos. La lisonja, por su parte, implica el uso de halagos y adulaciones con el objetivo de ganarse el favor de alguien, en este caso, de los líderes o personas en posiciones de poder. Aunque pueda parecer inofensivo o incluso positivo en la superficie, la lisonja tiene consecuencias negativas en un entorno de liderazgo. Un líder que es constantemente adulado puede empezar a tomar decisiones sesgadas y basadas en su ego y no en lo que es mejor para la organización. Los que son expertos en la lisonja reciben un trato preferencial, lo que crea un ambiente de desigualdad y resentimiento entre los miembros del equipo. Los líderes que están rodeados de aduladores serviles a menudo no reciben la retroalimentación crítica que necesitan para mejorar o aplicar una de las máximas del General: “Dígame lo malo que lo bueno ya lo sé.” Para contrarrestar los efectos perniciosos del oportunismo y la lisonja es esencial establecer y mantener una cultura organizacional que valore la integridad, la honestidad y el respeto. Esto implica crear políticas claras y consecuentes para comportamientos oportunistas, engañosos y lisonjeros. Fomentar y promover la comunicación abierta en un ambiente en el cual los trabajadores se sientan seguros para expresar sus opiniones y preocupaciones ayuda a prevenir que el oportunismo y la lisonja se arraiguen en la cultura de la institución. Es fundamental que los líderes sean conscientes de sus propias debilidades y sesgos. Esto incluye ser consciente de cómo la lisonja puede afectar su juicio y estar abiertos a la sana crítica especialmente en una universidad democrática como la nuestra.

Esta historia continuará …


 
 
 

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